Previamente, les había hablado de los beneficios de la meditación, para ahondar en ellos, a continuación, enunciaré los más relevantes hasta el momento, sin embargo reitero que estos pueden cambiar según cómo y quién lleve a cabo esta acción, pero, sin duda alguna, la meditación favorece la calidad de vida.
Nuestro organismo se ve enriquecido con la meditación, ya que se ha demostrado que disminuye los niveles de ansiedad y depresión, así como los dolores físicos y musculares, también ayuda a reducir la tensión muscular lo que genera una mejor calidad del sueño.
En la esfera del sistema endócrino, contribuye a la disminución del volumen de la amígdala, la cual es responsable del miedo, la ansiedad y el estrés. También puede ayudar a aumentar el grosor del hipocampo, el responsable del aprendizaje y la memoria. Asimismo, ayuda a equilibrar las funciones de los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, y en algunos casos, incluso puede aminorar la actividad hormonal o impulsar la lucha contra las adicciones.
A nivel fisiológico, la meditación es provechosa, puesto que, fomenta la retentiva y evita el envejecimiento cerebral. De igual forma, fortalece el sistema inmune, regula la presión arterial y disminuye los problemas digestivos.
En el ámbito sensitivo, la meditación ayuda a tomar una mejor conciencia personal, lo que genera un estado de “conciencia plena”, de igual forma, enriquece la estabilidad emocional, acrecienta la concentración y la atención, contribuye a mejorar el estado anímico y genera felicidad, ya que activa las zonas cerebrales donde se genera la compasión y la serenidad.
Estos son algunos de los beneficios que se adjudican a esta práctica, pero aún quedan otros por conocer. Sin duda, como ya lo he mencionado con anterioridad es un hábito que todos deberíamos incorporar a nuestra rutina diaria si queremos estar saludables.
“El don de aprender a meditar es el más grande que puedes procurarte en esta vida.” Sogyal Rinpoche.



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